Hoy día cualquier persona tiene al alcance de su mano hacer
una película, un pequeño corto o un clip. Algo que parece tan fácil de realizar
ya que solo has de coger cualquier chisme que grabe video y grabar. Toma aquí,
toma allá, cortinilla de estrellas con movie maker y… ¡Ale! ¡Ya tengo mi supervideo!
He de confesar que yo era de los que pensaba asi, y digo
ERA, porque estando estudiando este año un curso de audiovisual he descubierto
lo que de verdad es el cine y su magia.
Si nos remontamos tiempo atrás nos encontramos con que rodar
unos simples segundos, y perdóneseme la expresión, era difícil de cojones.
Problema aquí, problema allá y a pensar para poderlo solucionar. Era un trabajo
bastante sufrido pero pienso que seguro que el conseguir aquellos míseros
segundos con aquel material “rudimentario” y sus problemas era mucho más
gratificante y satisfactorio que hoy día.
En aquellos rodajes surgían problemas como el ver la imagen
que realmente grababas mientras lo rodabas. Pero eso era imposible, surgieron
soluciones como un visor externo pero este les creaba un error de paralelaje
con la toma que estaban realizando, no apreciaban la profundidad de campo y no veían
el efecto producido por los filtros puestos en el objetivo. Hay quien pensó en
ver directamente atreves de la película donde quedaría impresa la imagen desde
su parte posterior pero ello implicaba tener al camarógrafo debajo de una tela
negra para que se le acostumbrara el ojo a la escasez de luz. Pero no solo eso,
este también tenía que ver la imagen invertida y si tocaba rodar a la solana
pues... podéis imaginar el resto, ¿Alguien quiere churrasco de cabeza de
camarógrafo?
En conclusión, este y muchos más eran los problemas a la
hora de rodar y francamente, aunque suene raro, hoy día me encantaría poder
enfrentarme a ellos en un rodaje…. la verdad es que sería algo muy
gratificante.