sábado, 5 de marzo de 2016

Silencio audible, sonido inaudible.

La lluvia era tomada por la oscura y silenciosa noche. Solo el caer de las gotas rompía el silencio. Solo eso y unas pisadas. Clack, clack, se escuchaba. Las paredes se hacían eco de dicho ruido silencioso. Las pisadas eran más frecuentes, cuando de repente un pequeño sonido metálico las acompañó. El martillar de un pistola. El ruido del dedo al acariciar su gatillo y el roce de la mano que la empuñaba. El silencio volvía a cobrar vida roto por la lluvia. Más pisadas, más gotas al caer, más roce del dedo percutor. Un silencio roto por un disparo y el alboroto de unas aves al salir volando del lugar donde descansaban. Todo ello acompañado del estruendo de un cuerpo al caer al suelo. Silencio audible, sonido inaudible.

#MicroRelato

Pablo Gómez.

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