domingo, 9 de diciembre de 2012

Paseo Nocturno


Transcurría una noche fría de invierno y cubierta por una niebla muy espesa. La visibilidad era escasa a pocos metros por delante. Me hallaba caminando solo, a altas horas de la noche. Las calles estaban completamente desiertas, no había ni un alma, ni siquiera vehículos.
Pasando cerca de un parque puede ver, difuminado por la niebla, un cuerpo apoyado en un banco. Parecía una muchacha y parecía estar llorando. En un principio no eche mayor cuenta, pero de repente vi como se medio desplomaba. Rápidamente me acerqué a socorrerla.

─ ¿Estas bien? ─pregunte preocupado.

─ S-Si, gracias…. ─respondió ella entre llantos mientras se incorporaba.

─ ¿Seguro? ¿Necesitas que avise a alguien?

─ No, no, de verdad. Gracias… ─insistió ella.

─ Bueno…. antes de irme, de nuevo, ¿necesitas ayuda o que llame a alguien?

─ De verdad, te lo agradezco mucho, pero estoy bien ─sonrió ella entre lágrimas.

─ Bueno pues me voy, y sonríe, que a una chica tan mona como tú no le pegan esas lágrimas en la cara ─le contesté sonriendo para ver si así se animaba un poco.

─ Jaja, gracias, tomo nota de ello ─contesto ella.

Me daba cosa el dejarla allí sola, pero ¿qué pintaba yo allí? Así pues, continúe con el paseo que había dejado pendiente. Continúe caminado acompañado por la niebla y el alumbrado las farolas de la calle. No anduve ni diez metros cuando de repente escuche a mis espaladas:

─ ¡Espera por favor!

Reconocí por la voz que era aquella chica, así que me giré para ver que pasaba.

─ ¡Por favor espera!

─ Si, si, tranquila que espero ─Le contesté mientras me volví hacia atrás para acercarme a ella─ ¿Que sucede?

─ Te… ¿te importa acompañarme a casa?

─ Pues…

Al principio dudé de ello, pues habían sido muchas casualidades seguidas y tenía escuchados muchos casos similares de gente “inofensiva” como gente mayor, niños, etc que son cómplices de otros, juntos con los que te llevan y después te dejan limpio si es que sales vivo. Pero ella parecía diferente así que me arriesgué.

─ Pues bueno, ¿vives muy lejos?

─ Si, un cachito….

─ ¿Donde exactamente?

─ En la calle Atalaya.

─ ¿En serio? Yo también.

─ ¿Que numero? Yo el once.

─ Yo en el veintiuno. ¿Eres nueva en el barrio? Nunca antes te había visto.

─ Si, me mude hace dos semanas mas o menos ─me sonrió.

─ Quizás me meta donde no me llaman, pero… ¿Qué hacías a esas horas llorando en el parque?

─ Me gusta pasear de noche y ahogar mis penas. Y bueno, vi el banco y le hice compañía compartiendo mis penas con el jeje. ¿Y tú? ¿Qué haces a estas horas por la calle?

─ Pues lo mismo mas o menos que tu jaja. Me gusta pasear de noche.

Continuamos paseando y compartiendo batallitas hasta que finalmente llegamos a su portal. Era hora de dejarla, ¿seria un adiós? ¿o un hasta luego?

─ Bueno pues hemos llegado.

─ Joo, eso parece. Por cierto, no me has dicho tu nombre. Yo soy Lucia ─sonrió.

─ Yo Luis.

─ ¿Te apetece salir mañana a dar otro paseo?

─ ¿Por qué no? Jaja ¿A las dos te parece bien?

─ ¡Si! Bueno, pues hasta mañana a las dos ─dijo sonriendo
mientras se acercaba para darme un beso en la mejilla─. ¡Chao!

─ Chao ¡hasta mañana! ─le respondí sonriendo.

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